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Foto del escritorAischa Durand

La arepa no es un plato; son varios recuerdos

De la arepa se puede decir mucho y ella tiene su propia historia que contar. El primer platillo que mi hermanito supo hacer fue arepita con huevos fritos. Él estaba tan orgulloso de su proeza como yo de él.


La "autonutrición" es, sin duda, la primera habilidad más importante que debemos aprender.

Mis favoritas eran las de mi abuelita. Siempre le abría su huequito en el medio y la freía. La señora Susana la rellenaba de queso quema. Para mí que la mamá de Chris me dejara mi propia arepa en la mañana era un cartel de bienvenida a casa. Con el mayor amor del mundo, mi mamita antes de irme de Caracas me preparó unas arepas de yuca con queso. La primera vez que un novio cocinó para mí fue una arepa. El domingo luego de la cruda en nuestra casa de Chapultepec, entre varios “roomies” preparamos un banquete donde la arepa era la estrella. Leito, mi amiga, no me dejó comer la última en Maiquetía, pero para levantarme el ánimo en Ciudad del Carmen las hizo bien tostaditas como me gustan. Los “tequiero” de Dzintra eran dejarme unas arepitas con chicharrón y tortilla con chistorra. Apenas huelo el tostadito de la masa en el sartén, mi mente no recuerda hambre sino cariño.


plato típico venezolano. Arepa
Arepa con perico

Que si es colombiana, que si es venezolana, que es como la Gordita pero más tostada. La verdad es que distintos pueblos indígenas acuñaban con el nombre “arepa” a todo lo que se preparaba a base de maíz en el siglo XIV, antes de la llegada de los españoles a América. En los tiempos de la Gran Colombia, Venezuela y su vecino eran un solo país. De allí que siendo hermanos nos parezcamos tanto. Sin embargo, la segunda verdad de relevancia es que la arepa era muy laboriosa y con la modernidad se estaba muriendo la tradición de prepararlas. Un ingeniero venezolano, Luis Caballero Mejía patentó la fórmula de la harina de maíz precocido en 1954. Al no poder comercializarla con éxito, la cedió por 275 mil Bs. y Empresas Polar en 1960 con su marca Harina PAN sacó al mercado un producto perfeccionado. La compañía tuvo que emplear a varias mujeres que fueran casi casa por casa para enseñarles lo fácil que era ahora hacer arepas. Su campaña publicitaria tenía el lema: “Se acabó la piladera”.


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